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martes, 17 de junio de 2008

Eterna inocencia

La banda de los Aldana festejó este fin de semana su 20ø aniversario, ante unas 4.000 personas.


El que no salta es un stone". Sábado, ex Estadio Obras y el cántico de cancha antagoniza, una vez más, tiempo y lugar. Porque si la simplificación del público de rock nacional de fines de siglo pasado fue "Alternativos versus rolingas", El Otro Yo eligió pertenecer a la época —los ''90— y no al barrio. Entonces, su último disco, Fuera del tiempo (2007), es manifiesto de consecuencia artística. La banda de los hermanos Aldana festejó este fin de semana su 20ø aniversario ante unas 4.000 personas.

Boom Boom Kid eligió la doctrina endless kinder, es decir, mantener una inocencia de jardín de infantes para siempre. Entonces, El Otro Yo ancla en la adolescencia —también llena de inocencia— del incomprendido, para una secundaria interminable. Y ahí, entre el público, la testosterona en cueros comparte pogo con una pareja de chicas de pelos fucsia que se besan; el adolescente (real) con edad de enmarcar su angustia en el emo mezcla el olor a sobaco con el adulto que sigue a la banda "de toda la vida". Cristian y María Fernanda Aldana, sobre todo, funcionan de puente entre las edades propias y de su público. A los 33, ella le canta a su bebé en Locomotora, y en el mismo tema hace una lista de las cosas que le gustan al personaje Enriqueta del dibujante Liniers: ay, soñar, volar, flotar. Cristian, más claro, abre la boca en el tema Fuera del tiempo y describe: escapando del pasado y del futuro también,/ encontrándome con el presente infinito del ser.

Las dos horas y fracción del show se van en plan esquizo: todo comienza con el pulso new wave de Apocalipsis para tornarse una fiesta punk con Sádico; Autodestrucción lleva la fiesta más allá. Me harté cambia todo a modo delicado gracias al sonido de teclados ochentosos y, más tarde, aparecen los Ramones más Ronettes dentro de Sensación especial. De allí al cierre de telón y luego a un inexplicable segmento tipo fogón cósmico, con cambio de vestuario y todo. El primer bloque actualiza el concierto mostrando los temas del disco nuevo, y el segundo es el lugar de los clásicos. Lo punk, si breve, dos veces punk y si el concierto se está estirando demasiado, arrebatar los viejos temas en un popurrí bien arriba parece ser la mejor opción: suena La música y, sin respiro, Corta el pasto se fusiona con 69; el lado más sexual de EOY se manifiesta con La tetona y Sexo en elevador en continuado para, finalmente, dejar que gane la desprolijidad: Crazy y Hombre de mierda, entre las letras con puteadas y los acoples, el show se agota en un pogo que apenas sobrevive del cansancio para los hits de rigor del final.-

Diario Clarín

Eterna inocencia

La banda de los Aldana festejó este fin de semana su 20ø aniversario, ante unas 4.000 personas.


El que no salta es un stone". Sábado, ex Estadio Obras y el cántico de cancha antagoniza, una vez más, tiempo y lugar. Porque si la simplificación del público de rock nacional de fines de siglo pasado fue "Alternativos versus rolingas", El Otro Yo eligió pertenecer a la época —los ''90— y no al barrio. Entonces, su último disco, Fuera del tiempo (2007), es manifiesto de consecuencia artística. La banda de los hermanos Aldana festejó este fin de semana su 20ø aniversario ante unas 4.000 personas.

Boom Boom Kid eligió la doctrina endless kinder, es decir, mantener una inocencia de jardín de infantes para siempre. Entonces, El Otro Yo ancla en la adolescencia —también llena de inocencia— del incomprendido, para una secundaria interminable. Y ahí, entre el público, la testosterona en cueros comparte pogo con una pareja de chicas de pelos fucsia que se besan; el adolescente (real) con edad de enmarcar su angustia en el emo mezcla el olor a sobaco con el adulto que sigue a la banda "de toda la vida". Cristian y María Fernanda Aldana, sobre todo, funcionan de puente entre las edades propias y de su público. A los 33, ella le canta a su bebé en Locomotora, y en el mismo tema hace una lista de las cosas que le gustan al personaje Enriqueta del dibujante Liniers: ay, soñar, volar, flotar. Cristian, más claro, abre la boca en el tema Fuera del tiempo y describe: escapando del pasado y del futuro también,/ encontrándome con el presente infinito del ser.

Las dos horas y fracción del show se van en plan esquizo: todo comienza con el pulso new wave de Apocalipsis para tornarse una fiesta punk con Sádico; Autodestrucción lleva la fiesta más allá. Me harté cambia todo a modo delicado gracias al sonido de teclados ochentosos y, más tarde, aparecen los Ramones más Ronettes dentro de Sensación especial. De allí al cierre de telón y luego a un inexplicable segmento tipo fogón cósmico, con cambio de vestuario y todo. El primer bloque actualiza el concierto mostrando los temas del disco nuevo, y el segundo es el lugar de los clásicos. Lo punk, si breve, dos veces punk y si el concierto se está estirando demasiado, arrebatar los viejos temas en un popurrí bien arriba parece ser la mejor opción: suena La música y, sin respiro, Corta el pasto se fusiona con 69; el lado más sexual de EOY se manifiesta con La tetona y Sexo en elevador en continuado para, finalmente, dejar que gane la desprolijidad: Crazy y Hombre de mierda, entre las letras con puteadas y los acoples, el show se agota en un pogo que apenas sobrevive del cansancio para los hits de rigor del final.-

Diario Clarín

lunes, 16 de junio de 2008

Los chicos grandes festejan

Ante unos 3500 fans, la banda del sur del conurbano bonaerense presentó el CD Fuera de tiempo y celebró sus 20 años de carrera. Evidenció su crecimiento musical y escénico, sin dejar de lado el espíritu adolescente.

“En una bañera con agua caliente tengo la espuma y una tetona.” El verso, en la voz de Cristian Aldana, se descalabra al llegar a la última palabra y se convierte en un grito tan sexual y viril como maléfico. “Trabajo al mediodía con una bobina. No quiero más tetonas, quiero culonas.” El formato se repite y Cristian acentúa el “cu-lo-nas” separando las sílabas con ahínco. Diez segundos pasan entre los finales de la primera y la segunda estrofa de “69”, instantáneo clásico del primer disco de El Otro Yo, Traka-traka. Catorce años después provoca la misma reacción en su público; sólo que esta adolescente no es la misma que lo hacía entonces, en El Borde, el mítico bar ubicado al costado de las vías en su Temperley natal. Esta es más rubia, más portentosa y mucho más veloz para desprenderse el corpiño y manosear el objeto homenajeado. La mayoría de los muchachos no alcanza a darse cuenta del topless. Es que el que no tiene un flequillo en diagonal sobre la frente, tapándole los ojos, está revoleando y bamboleando la cabeza de aquí para allá, contagiándose la energía del otro. La cámara de un teléfono celular y la libreta de un cronista son los únicos que registran la osadía de la tetona.

Para entender el clímax de la noche que se vivió en Obras el sábado, durante el recital de la presentación de Fuera de tiempo y conmemoración de 20 años de carrera otroyoiana, se debe ir un poco más atrás, precisamente dos horas. Son las 21.30 y la cancha de básquet está a media capacidad, aunque posiblemente las mochilas –que van de diseños de Bob Esponja a otros de Ramones enchulados con prendedores de Hello Kitty– hagan bulto y dificulten la precisión. Es la hora del “Apocalipsis”, el tema que abre el show de la banda del conurbano sur.

María Fernanda Aldana, bajista, cantante y hermana del guitarrista y también vocalista Cristian, es la única que no viste en blanco y negro, como si el resto quisiera ser sólo un contexto en escala de grises. Lo difícil es definir si responde a que la bajista de voz preadolescente es la más admirada por la nación alternativa –esos que supieron sobrevivir al mote de “alternatontos” y ser germen estético de sus primos “emos”– o si a que María Fernanda es la figura central del último disco de El Otro Yo. Después de un arranque con (y como una) “Locomotora”, Cristian ofrece “diez millones de gracias, para todos”. El “Uoh, oh-oh-oh, oh-oh-oh, oh-oh-oh, oh-oh-ooooh” del público suena como todo coro recitalero: en re mayor, voz asexuada y volumen inspirador. Primera reacción frente a un show que para viejos y nuevos adeptos es cumplidor, pero con deslices sonoros. Aunque si bien la convocatoria es menor, es más personalizada que la del Vive Latino mexicano, donde El Otro Yo tocó a fines de mayo.

Conceptual y líricamente, EOY es una banda casi adulta, veinteañera, como un “chico grande” que no pierde el olor adolescente que arroja la efervescencia grunge, pero que hace la crónica de la condición obrera suburbana en los ratos que le deja su fascinación sexual por todos los bustos menos el materno. En ese sentido, “Cometa”, “Corazones” y “Sádico” completan la primera media docena de temas de un recital de 40, en dos suites, con un intermezzo delirante y sin bises. Del sexteto, sólo “10.000.000” tiene más de un año; y da la impresión de que el “chico grande” se ríe cuando se le recuerdan sus travesuras juveniles, pero quiere mostrar otra cosa. Van muy poquito para atrás, hasta Espejismos (2004), y vuelven a lo más nuevo. Casi todas las últimas canciones de corrido, como diciendo: “Mirá, mamá, sin manos”.

Así termina la primera suite, con un Ray Fajardo imparable en batería, alimentado con vitina mientras miraba videos de Keith Moon dándoles a los parches. Con María Fernanda empeñada en poner su micrófono más alto que su boca, obligándose a andar en puntitas de pie. Con Cristian enérgico y locuaz como siempre. Y con dos nuevos compañeros como el ex Brujos Gabriel Guerrisi en guitarra y Diego Vainer en programaciones y teclados, reemplazante de Ezequiel Araujo, ex Avant Press que fue indispensable para El Otro Yo entre Abrecaminos (1999) y Espejismos. El intermezzo fue atrevido e hilarante: María Fernanda intentando una opereta, Cristian disfrazado de preservativo; Ray paseándose con un vaso de dudable gaseosa por el escenario, como Moon, su superhéroe favorito. Aparece un cyber-enano, “Dibujito”, “A volar” y “Descripción”, cae el telón.

Muchos esperaban la frase “la cumbia es una mierda” que el varón Aldana inmortalizó en varios shows. Pero no: “La música” arrancó sin declaración de principios. Nada sorprendente, teniendo en cuenta que recientemente Cristian se había confesado arrepentido del sentido de aquella frase, en otra señal de madurez. “La música” es, además de himno, terreno para que Ray demuestre la habilidad de su zurda. En realidad, la de todo su instrumento: su cuerpo. Luego llegaron los rezagados de Fuera de tiempo, después los ya no tan nuevos “Inmaduro”, “Virus” y “Pecadores”, y un megaset para el recuerdo: “Corta el pasto”, “A.D. 90”, “E.O.Y.”, “La tetona”, “Los pájaros” y “Sexo en el elevador”.

El lector puede volver al comienzo de esta crónica para revivir la perturbadora imagen que aconteció entonces. Lo único que queda por decir es que El Otro Yo, luego de veinte años de energía juvenil y crecimiento en la estética del rock alternativo, dio otro paso hacia la adultez, para ser considerado cuando los grandes debaten en la mesa.

7-EL OTRO YO

Presentación oficial de Fuera de tiempo

Sábado 14 de junio

Lugar: Estadio de Obras Sanitarias.

Público: 3500 personas.

Duración: 2 horas 15 minutos.

Músicos: Cristian Aldana (voz y guitarra), María Fernanda Aldana (voz y bajo), Ray Fajardo (batería), Gabriel Guerrisi (guitarra) y Diego Vainer (teclados y sintetizadores).

Los chicos grandes festejan

Ante unos 3500 fans, la banda del sur del conurbano bonaerense presentó el CD Fuera de tiempo y celebró sus 20 años de carrera. Evidenció su crecimiento musical y escénico, sin dejar de lado el espíritu adolescente.

“En una bañera con agua caliente tengo la espuma y una tetona.” El verso, en la voz de Cristian Aldana, se descalabra al llegar a la última palabra y se convierte en un grito tan sexual y viril como maléfico. “Trabajo al mediodía con una bobina. No quiero más tetonas, quiero culonas.” El formato se repite y Cristian acentúa el “cu-lo-nas” separando las sílabas con ahínco. Diez segundos pasan entre los finales de la primera y la segunda estrofa de “69”, instantáneo clásico del primer disco de El Otro Yo, Traka-traka. Catorce años después provoca la misma reacción en su público; sólo que esta adolescente no es la misma que lo hacía entonces, en El Borde, el mítico bar ubicado al costado de las vías en su Temperley natal. Esta es más rubia, más portentosa y mucho más veloz para desprenderse el corpiño y manosear el objeto homenajeado. La mayoría de los muchachos no alcanza a darse cuenta del topless. Es que el que no tiene un flequillo en diagonal sobre la frente, tapándole los ojos, está revoleando y bamboleando la cabeza de aquí para allá, contagiándose la energía del otro. La cámara de un teléfono celular y la libreta de un cronista son los únicos que registran la osadía de la tetona.

Para entender el clímax de la noche que se vivió en Obras el sábado, durante el recital de la presentación de Fuera de tiempo y conmemoración de 20 años de carrera otroyoiana, se debe ir un poco más atrás, precisamente dos horas. Son las 21.30 y la cancha de básquet está a media capacidad, aunque posiblemente las mochilas –que van de diseños de Bob Esponja a otros de Ramones enchulados con prendedores de Hello Kitty– hagan bulto y dificulten la precisión. Es la hora del “Apocalipsis”, el tema que abre el show de la banda del conurbano sur.

María Fernanda Aldana, bajista, cantante y hermana del guitarrista y también vocalista Cristian, es la única que no viste en blanco y negro, como si el resto quisiera ser sólo un contexto en escala de grises. Lo difícil es definir si responde a que la bajista de voz preadolescente es la más admirada por la nación alternativa –esos que supieron sobrevivir al mote de “alternatontos” y ser germen estético de sus primos “emos”– o si a que María Fernanda es la figura central del último disco de El Otro Yo. Después de un arranque con (y como una) “Locomotora”, Cristian ofrece “diez millones de gracias, para todos”. El “Uoh, oh-oh-oh, oh-oh-oh, oh-oh-oh, oh-oh-ooooh” del público suena como todo coro recitalero: en re mayor, voz asexuada y volumen inspirador. Primera reacción frente a un show que para viejos y nuevos adeptos es cumplidor, pero con deslices sonoros. Aunque si bien la convocatoria es menor, es más personalizada que la del Vive Latino mexicano, donde El Otro Yo tocó a fines de mayo.

Conceptual y líricamente, EOY es una banda casi adulta, veinteañera, como un “chico grande” que no pierde el olor adolescente que arroja la efervescencia grunge, pero que hace la crónica de la condición obrera suburbana en los ratos que le deja su fascinación sexual por todos los bustos menos el materno. En ese sentido, “Cometa”, “Corazones” y “Sádico” completan la primera media docena de temas de un recital de 40, en dos suites, con un intermezzo delirante y sin bises. Del sexteto, sólo “10.000.000” tiene más de un año; y da la impresión de que el “chico grande” se ríe cuando se le recuerdan sus travesuras juveniles, pero quiere mostrar otra cosa. Van muy poquito para atrás, hasta Espejismos (2004), y vuelven a lo más nuevo. Casi todas las últimas canciones de corrido, como diciendo: “Mirá, mamá, sin manos”.

Así termina la primera suite, con un Ray Fajardo imparable en batería, alimentado con vitina mientras miraba videos de Keith Moon dándoles a los parches. Con María Fernanda empeñada en poner su micrófono más alto que su boca, obligándose a andar en puntitas de pie. Con Cristian enérgico y locuaz como siempre. Y con dos nuevos compañeros como el ex Brujos Gabriel Guerrisi en guitarra y Diego Vainer en programaciones y teclados, reemplazante de Ezequiel Araujo, ex Avant Press que fue indispensable para El Otro Yo entre Abrecaminos (1999) y Espejismos. El intermezzo fue atrevido e hilarante: María Fernanda intentando una opereta, Cristian disfrazado de preservativo; Ray paseándose con un vaso de dudable gaseosa por el escenario, como Moon, su superhéroe favorito. Aparece un cyber-enano, “Dibujito”, “A volar” y “Descripción”, cae el telón.

Muchos esperaban la frase “la cumbia es una mierda” que el varón Aldana inmortalizó en varios shows. Pero no: “La música” arrancó sin declaración de principios. Nada sorprendente, teniendo en cuenta que recientemente Cristian se había confesado arrepentido del sentido de aquella frase, en otra señal de madurez. “La música” es, además de himno, terreno para que Ray demuestre la habilidad de su zurda. En realidad, la de todo su instrumento: su cuerpo. Luego llegaron los rezagados de Fuera de tiempo, después los ya no tan nuevos “Inmaduro”, “Virus” y “Pecadores”, y un megaset para el recuerdo: “Corta el pasto”, “A.D. 90”, “E.O.Y.”, “La tetona”, “Los pájaros” y “Sexo en el elevador”.

El lector puede volver al comienzo de esta crónica para revivir la perturbadora imagen que aconteció entonces. Lo único que queda por decir es que El Otro Yo, luego de veinte años de energía juvenil y crecimiento en la estética del rock alternativo, dio otro paso hacia la adultez, para ser considerado cuando los grandes debaten en la mesa.

7-EL OTRO YO

Presentación oficial de Fuera de tiempo

Sábado 14 de junio

Lugar: Estadio de Obras Sanitarias.

Público: 3500 personas.

Duración: 2 horas 15 minutos.

Músicos: Cristian Aldana (voz y guitarra), María Fernanda Aldana (voz y bajo), Ray Fajardo (batería), Gabriel Guerrisi (guitarra) y Diego Vainer (teclados y sintetizadores).

20 años de El Otro Yo: los chicos crecen

Inexorable, el tiempo pasa. Depende cómo nos vamos poniendo. La banda de sur bonaerense convocó y evocó a sus décadas con más ánimo revisionista que de celebración en el marco de un show dual donde revelaron madurez compositiva y sónica y descargaron ese espíritu que huele y fluye siempre adolescente. Al fin y al cabo dos caras del mismo y el otro yo.

Poca gente fuera y un frío que a muchos comprime dentro, acorde a la fecha. Hay campo un tanto pelado que de a poco va cosechando lo que El Otro Yo sembró en dos décadas de carrera de independencia y siembra directa. Entonces esto va tomando color y hay chicas y chicos móviles que sin retenciones se abrazan, se besan indistintamente y el rol de actores que obra en Obras se inmortalizan al clic del foto – foto – foto.

Es un sábado políticamente incorrecto y caliente tan cerca del Río de la Plata y no tan lejos de esa Plaza de Mayo donde sectores que se arrogan ser pueblo más que saber de que se trata quieren imponer cuestiones intratables a esta altura.

Acá en el barrio de Núñez se trata de adolescentes y otros que resisten al DNI que aguardan por quienes en algún caso puntual bordean o pasan los 40 sin denotar una sola arruga. Y hay también una lista de 40 temas, sí cuarenta, populares cerradas, plateas raleadas y un piso un tanto indócil e infértil. Pero la semilla punk devenida en indie-post-pop-psicodelico-sónica prende enseguida cuando suena “Inmaduro”, toda una declaración de principios para decir acá estamos.

Cristian y Maria Fernanda Aldana, Ray y Gabriel Guerrisi destellan más blanco que negro a bordo de un sonido demasiado clean para el EOY quizá muy a tono con esa bombucha de laboratorio bien blanca que viste el cantante.

Y empiezan a pasar el desafío con “Apocalipsis”, “10 mil”, “Cometa”, “Corazones” y “Autodestrucción”; y de la blancura salen airosos aunque sin palabras alusivas ni espíritu de celebración. Y sin Gianola por suerte.

Material de sus once discos y etapas se sucedieron entre la energía de sus fans más proclives a mostrarse que mostrar. Bailotean, saltan y poguean dócilmente o se comen la boca como tantas chiquitas quinceañeras que en este ámbito no dudan en develar su otro yo sin miradas indiscretas sólo atentas para la crónica.

Ya dijimos que no hay alusiones a los 20 años ni clima de fiesta. Tampoco reclamos. Sí un intervalo un tanto largo para cambiar de época. Y tras un pscodélico tema cantado por una casi suspendida en el aire Maria Fernanda Aldana y su eterna voz aniñada aparece el otro yo de el otro yo, y devienen más punkies, bailables como arengó el líder, enérgicos, más sucios y desprolijos.

Sube la temperatura con “Corta el pasto” , “69”, “E.O.Y”, “La Tetona” y “Sexo en el elevador”. Y ya son voces, cuerpos, piernas que se agitan previos a un cierre anunciado con “Volcán “ aunque la lava oel magma sónico ya hayan corrido y dejado sus huellas. De 20 años de carrera, huella que no es arruga porque se reinventan a sí mismos aunque a veces caigan en letras naif y un tanto inverosímiles. Agradece Cristian lo recaudado en alimento para “un comedor de Temperley de allá de donde somos nosotros” sólo para contextualizar y no hacer bandera del barrio, algo que por género no permiten ni se permiten. Hay como en todos lados, un “Hombre de mierda “ pero aquí mientras el sábado agoniza , hay algarabía. “Alegría”, coreada y bailada. De eso que tanta falta. Y que entre tanta miseria que se note .

Por Sergio Corpacci

20 años de El Otro Yo: los chicos crecen

Inexorable, el tiempo pasa. Depende cómo nos vamos poniendo. La banda de sur bonaerense convocó y evocó a sus décadas con más ánimo revisionista que de celebración en el marco de un show dual donde revelaron madurez compositiva y sónica y descargaron ese espíritu que huele y fluye siempre adolescente. Al fin y al cabo dos caras del mismo y el otro yo.

Poca gente fuera y un frío que a muchos comprime dentro, acorde a la fecha. Hay campo un tanto pelado que de a poco va cosechando lo que El Otro Yo sembró en dos décadas de carrera de independencia y siembra directa. Entonces esto va tomando color y hay chicas y chicos móviles que sin retenciones se abrazan, se besan indistintamente y el rol de actores que obra en Obras se inmortalizan al clic del foto – foto – foto.

Es un sábado políticamente incorrecto y caliente tan cerca del Río de la Plata y no tan lejos de esa Plaza de Mayo donde sectores que se arrogan ser pueblo más que saber de que se trata quieren imponer cuestiones intratables a esta altura.

Acá en el barrio de Núñez se trata de adolescentes y otros que resisten al DNI que aguardan por quienes en algún caso puntual bordean o pasan los 40 sin denotar una sola arruga. Y hay también una lista de 40 temas, sí cuarenta, populares cerradas, plateas raleadas y un piso un tanto indócil e infértil. Pero la semilla punk devenida en indie-post-pop-psicodelico-sónica prende enseguida cuando suena “Inmaduro”, toda una declaración de principios para decir acá estamos.

Cristian y Maria Fernanda Aldana, Ray y Gabriel Guerrisi destellan más blanco que negro a bordo de un sonido demasiado clean para el EOY quizá muy a tono con esa bombucha de laboratorio bien blanca que viste el cantante.

Y empiezan a pasar el desafío con “Apocalipsis”, “10 mil”, “Cometa”, “Corazones” y “Autodestrucción”; y de la blancura salen airosos aunque sin palabras alusivas ni espíritu de celebración. Y sin Gianola por suerte.

Material de sus once discos y etapas se sucedieron entre la energía de sus fans más proclives a mostrarse que mostrar. Bailotean, saltan y poguean dócilmente o se comen la boca como tantas chiquitas quinceañeras que en este ámbito no dudan en develar su otro yo sin miradas indiscretas sólo atentas para la crónica.

Ya dijimos que no hay alusiones a los 20 años ni clima de fiesta. Tampoco reclamos. Sí un intervalo un tanto largo para cambiar de época. Y tras un pscodélico tema cantado por una casi suspendida en el aire Maria Fernanda Aldana y su eterna voz aniñada aparece el otro yo de el otro yo, y devienen más punkies, bailables como arengó el líder, enérgicos, más sucios y desprolijos.

Sube la temperatura con “Corta el pasto” , “69”, “E.O.Y”, “La Tetona” y “Sexo en el elevador”. Y ya son voces, cuerpos, piernas que se agitan previos a un cierre anunciado con “Volcán “ aunque la lava oel magma sónico ya hayan corrido y dejado sus huellas. De 20 años de carrera, huella que no es arruga porque se reinventan a sí mismos aunque a veces caigan en letras naif y un tanto inverosímiles. Agradece Cristian lo recaudado en alimento para “un comedor de Temperley de allá de donde somos nosotros” sólo para contextualizar y no hacer bandera del barrio, algo que por género no permiten ni se permiten. Hay como en todos lados, un “Hombre de mierda “ pero aquí mientras el sábado agoniza , hay algarabía. “Alegría”, coreada y bailada. De eso que tanta falta. Y que entre tanta miseria que se note .

Por Sergio Corpacci

La energía desbordante de El Otro Yo sigue intacta

El grupo de Temperley festejó veinte años de vida con un show emotivo en el Templo del Rock y demostró que sigue tan enérgico y contagioso como en sus inicios.


La presentación de Fuera Del Tiempo, el nuevo disco de estudio de El Otro Yo, y los festejos por los veinte años de trayectoria, fueron la excusa el sábado pasado para que el grupo de Temperley renovara con un show emotivo el intenso vínculo que lo une con sus seguidores.

Para un público mayormente adolescente, El Otro Yo presentó casi en su totalidad las canciones de su último trabajo de estudio y le sumó los éxitos que todos sus fanáticos esperaban. Sin proponérselo, la banda se ha transformado en la puerta de entrada permanente para muchos adolescentes al mundo del rock. Y como los primeros amores no se olvidan, no sorprendió ver en Obras algunos treintañeros; muchos de ellos ya con sus hijos.

El trío de Temperley, secundado en vivo por Diego Vainer (teclados y programaciones) y Gabriel Guerrisi (en guitarras) inició el show con su nuevo trabajo y fue de menor a mayor. Se destacaron El Final del Planeta y Hoy Te Espero, ambos con aroma a los años 80s. De todos modos fue con 10.000.000 (del disco Abrecaminos), que la banda logró poner al público en acción.

Justo cuando parecía que el show caía en un pozo (las canciones nuevas carecen de la urgencia y la adrenalina cargada de hormonas de los inicios aunque son más pulidas y elaboradas), la banda se tomó unos minutos y volvió para un breve intermezzo de versiones con piano y voz y una atmósfera muy espacial de canciones de la década pasada: Dibujitos, A volar (ambas de Mundo) y Descripción (El Otro Yo de El Otro Yo).

Para el final quedaba lo que todos esperaban. Así todas las canciones que muestran la habilidad de la banda para modelar su energía desbordante e hiperkinética en melodías instantáneas, y la hicieron ser lo que es, se fueron sucediendo una tras otra: La música y No me importa morir (Abrecaminos), Inmaduro (Colmena), 69,<>AD90 y Alegría, quizás la canción que sintetiza al grupo (todas de Mundo).

Si bien el prestigio de la banda no se ponía en juego con este show (ya han hecho bastante para asegurarlo), las dos horas y media que entregaron bastaron para renovar la devoción que generan en sus seguidores.

Leonardo Aguirre

La energía desbordante de El Otro Yo sigue intacta

El grupo de Temperley festejó veinte años de vida con un show emotivo en el Templo del Rock y demostró que sigue tan enérgico y contagioso como en sus inicios.


La presentación de Fuera Del Tiempo, el nuevo disco de estudio de El Otro Yo, y los festejos por los veinte años de trayectoria, fueron la excusa el sábado pasado para que el grupo de Temperley renovara con un show emotivo el intenso vínculo que lo une con sus seguidores.

Para un público mayormente adolescente, El Otro Yo presentó casi en su totalidad las canciones de su último trabajo de estudio y le sumó los éxitos que todos sus fanáticos esperaban. Sin proponérselo, la banda se ha transformado en la puerta de entrada permanente para muchos adolescentes al mundo del rock. Y como los primeros amores no se olvidan, no sorprendió ver en Obras algunos treintañeros; muchos de ellos ya con sus hijos.

El trío de Temperley, secundado en vivo por Diego Vainer (teclados y programaciones) y Gabriel Guerrisi (en guitarras) inició el show con su nuevo trabajo y fue de menor a mayor. Se destacaron El Final del Planeta y Hoy Te Espero, ambos con aroma a los años 80s. De todos modos fue con 10.000.000 (del disco Abrecaminos), que la banda logró poner al público en acción.

Justo cuando parecía que el show caía en un pozo (las canciones nuevas carecen de la urgencia y la adrenalina cargada de hormonas de los inicios aunque son más pulidas y elaboradas), la banda se tomó unos minutos y volvió para un breve intermezzo de versiones con piano y voz y una atmósfera muy espacial de canciones de la década pasada: Dibujitos, A volar (ambas de Mundo) y Descripción (El Otro Yo de El Otro Yo).

Para el final quedaba lo que todos esperaban. Así todas las canciones que muestran la habilidad de la banda para modelar su energía desbordante e hiperkinética en melodías instantáneas, y la hicieron ser lo que es, se fueron sucediendo una tras otra: La música y No me importa morir (Abrecaminos), Inmaduro (Colmena), 69,<>AD90 y Alegría, quizás la canción que sintetiza al grupo (todas de Mundo).

Si bien el prestigio de la banda no se ponía en juego con este show (ya han hecho bastante para asegurarlo), las dos horas y media que entregaron bastaron para renovar la devoción que generan en sus seguidores.

Leonardo Aguirre

El Otro Yo: 20 años

El líder del grupo reflexiona sobre dos décadas de independencia musical

“Puede que ese sea el ultimo recital”, dice Cristian Aldana sobre la fecha en la que El Otro Yo festejará oficialmente veinte años de carrera. Será el 17 de este mes, en Obras, con El Mató a un Policía Motorizado, Shaila y Charlie 3 de invitados. Pero ahora, el mayor de los Aldana (37 años recién cumplidos) está en un sillón de lounge, con té de frutos rojos, pantalón naranja y celular para mandar mensajitos. Parece la descripción de un encuentro en Palermo, pero estamos en Ushuaia, a minutos de que EOY suba al escenario para terminar la gira presentación de Fuera del tiempo, su último disco de estudio. El viaje, la nostalgia, el frío, la nieve, lo blanco, la nada: la ciudad más austral del planeta. Cristian Aldana está en el fin del mundo y, en ese contexto, amenaza con el fin de su banda. Por eso, por favor, mejor no tomarlo muy en serio.

El líder de uno de los grupos que más mochilas con su logo diseminó por la Argentina atraviesa un momento de cambio. Desde hace un tiempo, Cristian se ha convertido en un artista politizado: puede sonar a nuevo León Gieco, pero la actitud es otra. Como directivo de la Unión de Músicos Independientes (UMI), que lleva ocho años de actividad, integró a muchos colegas para defender sus derechos frente a los sindicatos, las corporaciones y el Estado.

¿Qué cambió en estos veinte años de carrera con respecto a lo que querías lograr con tu banda y lo que finalmente pasó?
Me acuerdo de que sin disco oficial salimos Banda Revelación para el suplemento No y que en la nota que nos hicieron dije que lo que buscaba con la banda era la revolución. Hoy me doy cuenta de que esa revolución es la Unión de Músicos Independientes. En ese momento nos veía como minis Redonditos de Ricota y soñaba con que en el futuro hubiera muchos más así. Gracias a la UMI hay un montón de músicos que tienen la posibilidad de hacer su material como lo hicimos nosotros, pero disponen de toda la información para salir bienparados de una.

¿Cómo fue que pasaste de ser un artista apolítico a crear la UMI, que pelea por los derechos de los músicos dentro de la política?
Cuando empecé a tocar era un momento de mierda. Había muchas cosas que no me cerraban y por eso cantaba que no quería entender lo que pasaba. Hoy, comprendo que el simple hecho de ser independiente es una decisión política y que para modificar situaciones es necesario meterse en la burocracia y pelear desde adentro. No toda la política es una mierda, sólo una parte lo es. Y la gente con buenas intenciones y capacidad tiene que involucrarse.

¿Qué significa ser un artista independiente, para vos?
Creo que lo más importante es defender la libertad artística. Cuando sacamos nuestro primer casete, yo lo distribuía por las disquerías y vendía bien, pero hoy las cosas son muy diferentes: con tantas bandas se hace difícil. Hay mucho para laburar dentro del negocio de la música, pero nunca quisimos delegar la capacidad de decidir sobre el futuro del grupo, porque si fuese así me sentiría como en relación de dependencia. Igual, la verdadera libertad es ser millonario.

Cuando te sentás a componer, ¿cómo hacés para poder trascender lo que ya recorrieron?
El Otro Yo es una banda de los 90. No hay mucha vuelta. Sonamos como grupo de esa época y sacando a The Cure y el punk, la música que escuchamos suele ser de esa década. Intentamos jugar, a veces metemos máquinas, pero los 90 son nuestra esencia.

¿Cómo te relacionás con las marcas? Tocan en festivales auspiciados por gaseosas, cervezas y acaban de sacar unas zapatillas con el nombre de El Otro Yo, pero auspiciadas por BlackFin, una empresa de indumentaria…
Por como está todo hoy en día, las marcas terminan siendo muy importantes para que los grupos existan. Con la cantidad de discos que se piratean, es más difícil generar ingresos para vivir de la música. Así es que las marcas se transforman en un sostén y hasta terminan proponiendo cosas copadas, como lo de las zapatillas. ¡Hasta las diseñamos nosotros! Hay que adaptarse a las realidades y eso está bien. De todos modos, nosotros seguimos haciendo lo que queremos, conseguimos difusión y nos sirve.

Presentaron una denuncia en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) por discriminación a los músicos que no pueden tocar en casi ningún bar de Capital Federal. ¿Qué pasó finalmente?
El INADI se expidió y aceptó que teníamos razón. Si uno tiene un bar habilitado para tanta gente y quiere que vaya un pintor, un cocinero, un DJ o lo que sea, puede hacerlo, pero si quiere poner a un pibe con una criolla tiene que sacar una habilitación especial, como si un instrumento cambiara las condiciones de seguridad. ¿Es un pecado ser músico? Hay algo que tiene que ver con el sentido común que no está funcionando. Se está amenazando a la cultura.

Por Facundo Lozano

El Otro Yo: 20 años

El líder del grupo reflexiona sobre dos décadas de independencia musical

“Puede que ese sea el ultimo recital”, dice Cristian Aldana sobre la fecha en la que El Otro Yo festejará oficialmente veinte años de carrera. Será el 17 de este mes, en Obras, con El Mató a un Policía Motorizado, Shaila y Charlie 3 de invitados. Pero ahora, el mayor de los Aldana (37 años recién cumplidos) está en un sillón de lounge, con té de frutos rojos, pantalón naranja y celular para mandar mensajitos. Parece la descripción de un encuentro en Palermo, pero estamos en Ushuaia, a minutos de que EOY suba al escenario para terminar la gira presentación de Fuera del tiempo, su último disco de estudio. El viaje, la nostalgia, el frío, la nieve, lo blanco, la nada: la ciudad más austral del planeta. Cristian Aldana está en el fin del mundo y, en ese contexto, amenaza con el fin de su banda. Por eso, por favor, mejor no tomarlo muy en serio.

El líder de uno de los grupos que más mochilas con su logo diseminó por la Argentina atraviesa un momento de cambio. Desde hace un tiempo, Cristian se ha convertido en un artista politizado: puede sonar a nuevo León Gieco, pero la actitud es otra. Como directivo de la Unión de Músicos Independientes (UMI), que lleva ocho años de actividad, integró a muchos colegas para defender sus derechos frente a los sindicatos, las corporaciones y el Estado.

¿Qué cambió en estos veinte años de carrera con respecto a lo que querías lograr con tu banda y lo que finalmente pasó?
Me acuerdo de que sin disco oficial salimos Banda Revelación para el suplemento No y que en la nota que nos hicieron dije que lo que buscaba con la banda era la revolución. Hoy me doy cuenta de que esa revolución es la Unión de Músicos Independientes. En ese momento nos veía como minis Redonditos de Ricota y soñaba con que en el futuro hubiera muchos más así. Gracias a la UMI hay un montón de músicos que tienen la posibilidad de hacer su material como lo hicimos nosotros, pero disponen de toda la información para salir bienparados de una.

¿Cómo fue que pasaste de ser un artista apolítico a crear la UMI, que pelea por los derechos de los músicos dentro de la política?
Cuando empecé a tocar era un momento de mierda. Había muchas cosas que no me cerraban y por eso cantaba que no quería entender lo que pasaba. Hoy, comprendo que el simple hecho de ser independiente es una decisión política y que para modificar situaciones es necesario meterse en la burocracia y pelear desde adentro. No toda la política es una mierda, sólo una parte lo es. Y la gente con buenas intenciones y capacidad tiene que involucrarse.

¿Qué significa ser un artista independiente, para vos?
Creo que lo más importante es defender la libertad artística. Cuando sacamos nuestro primer casete, yo lo distribuía por las disquerías y vendía bien, pero hoy las cosas son muy diferentes: con tantas bandas se hace difícil. Hay mucho para laburar dentro del negocio de la música, pero nunca quisimos delegar la capacidad de decidir sobre el futuro del grupo, porque si fuese así me sentiría como en relación de dependencia. Igual, la verdadera libertad es ser millonario.

Cuando te sentás a componer, ¿cómo hacés para poder trascender lo que ya recorrieron?
El Otro Yo es una banda de los 90. No hay mucha vuelta. Sonamos como grupo de esa época y sacando a The Cure y el punk, la música que escuchamos suele ser de esa década. Intentamos jugar, a veces metemos máquinas, pero los 90 son nuestra esencia.

¿Cómo te relacionás con las marcas? Tocan en festivales auspiciados por gaseosas, cervezas y acaban de sacar unas zapatillas con el nombre de El Otro Yo, pero auspiciadas por BlackFin, una empresa de indumentaria…
Por como está todo hoy en día, las marcas terminan siendo muy importantes para que los grupos existan. Con la cantidad de discos que se piratean, es más difícil generar ingresos para vivir de la música. Así es que las marcas se transforman en un sostén y hasta terminan proponiendo cosas copadas, como lo de las zapatillas. ¡Hasta las diseñamos nosotros! Hay que adaptarse a las realidades y eso está bien. De todos modos, nosotros seguimos haciendo lo que queremos, conseguimos difusión y nos sirve.

Presentaron una denuncia en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) por discriminación a los músicos que no pueden tocar en casi ningún bar de Capital Federal. ¿Qué pasó finalmente?
El INADI se expidió y aceptó que teníamos razón. Si uno tiene un bar habilitado para tanta gente y quiere que vaya un pintor, un cocinero, un DJ o lo que sea, puede hacerlo, pero si quiere poner a un pibe con una criolla tiene que sacar una habilitación especial, como si un instrumento cambiara las condiciones de seguridad. ¿Es un pecado ser músico? Hay algo que tiene que ver con el sentido común que no está funcionando. Se está amenazando a la cultura.

Por Facundo Lozano

sábado, 14 de junio de 2008

Un camino sólido

Sobreviviente del rock alternativo de los 90, el conjunto festeja hoy en el estadio Obras sus 20 años de carrera autoproducida e independiente.
Hay anécdotas en la carrera de El Otro Yo que ya son legendarias, como la edición de un primer disco sólo en cassette o la grabación de un álbum con la consola instalada en un viejo Dodge Polara en la puerta de su casa.

Hay muchísimas historias acumuladas a lo largo de 20 años, en especial tratándose de una banda que desde un primer momento apostó a la edición de sus discos en forma independiente, un sistema que a la larga resultó más provechoso que buscar apoyo de un sello multinacional, como hicieron otros de su misma época, como Los Brujos.

Según Cristian Aldana, “¡Esa banda era genial! Fueron los primeros en llamar la atención de las compañías y encabezaron la renovación del rock de los años noventa.

Cuando vimos que sacaron un disco, nos dio la idea de hacer lo mismo, pero tuvimos que sacarlo a solas. Hoy sospecho que elegimos el camino más sólido, porque pudimos ir manejando nuestra carrera, mientras que ellos y otros grupos tuvieron todo tipo de problemas con contratos y compromisos”.

Con más de diez álbumes editados, El Otro Yo se convirtió en un referente ineludible de la escena del rock local de los últimos tiempos. Desde temas entrañables y poderosos como Traka-traka, La tetona y Duraznos (“Hoy es un día especial, hay duraznos en almíbar, hay flores en tu puerta, hay alegría en tu cara”) hasta hits más recientes como Licuadora mutiladora y Alma gemela, siguen ganando popularidad, sin parar nunca de hacer giras por todo el país.

Esta noche, para celebrar el aniversario, tocarán en el estadio Pepsi Music. No es su primera vez en semejante marco emblemático, ya que lo conocieron en 2000 para grabar un DVD y luego volvieron en varias oportunidades. “Recuerdo que fue muy emocionante y que habíamos llegado con muchos nervios –dice Cristian– porque era el lugar donde vimos un montón de bandas que nos encantaban, como los Ramones, Iggy Pop y Siouxsie.

Ahora estamos más tranquilos, preparando la puesta en escena y ensayando mucho junto a Diego Vainer y Gabriel Guerrieri porque es realmente un placer. Si bien venimos de una influencia punk bastante sucia, estamos encontrando un sonido nuevo sin perder esa cualidad.”

Tendrán como bandas soporte a Charlie 3, Shaila y El mató a un policía motorizado. ¿Los invitarán luego a compartir algún tema? “¡No lo había pensado, qué buena idea!”, exclama.

Mirando el camino recorrido, el guitarrista y cantante cree que han sabido llevar muy bien sus 20 años. No se siente cansado, se siente orgulloso, se ve joven y el resto de la banda también.

Según María Fernanda Aldana, “Para mí esto es como empezar”, y su hermano amplía la idea: “Lo único que espero es seguir siempre escuchando cosas nuevas con entusiasmo y pasión. No me gustaría caer en esa actitud de creer que lo mejor está en el pasado. Me gusta mucho, por ejemplo, la manera en que David Bowie llevó su carrera. Y los Rolling Stones son un ejemplo de grupo que sigue adelante. Creo que tiene que ver con una necesidad natural de juntarse con los amigos y salir a tocar. Por suerte no es como los futbolistas, que llegan a cierta edad y ya no rinden lo mismo. En la música está bueno que el sonido se añeje, aunque uno ya no pueda saltar más”.

¿Cómo era el panorama para salir con una banda en 1988? “Había mucha inocencia y todo pasaba por juntarse y hacer música. ¡La mayor preocupación era salir a buscar una fecha para tocar! Después todo se hizo mas serio, cuando vinimos a Capital. Algo que tiene El Otro Yo es que nos han visto crecer a través de nuestros discos. Crecimos en público, con todas las contradicciones y diferentes visiones e influencias para hacer la canciones. Igualmente, hay una parte de mi corazón que no va a poder hacer otra cosa. Los temas fuertes brotan naturalmente y no pasa por una cuestión de edad.”

Hormigas rock

El Otro Yo es parte fundamental de una corriente del rock argentino que tuvo varias denominaciones. Por un lado, surgieron como un claro exponente del rock alternativo, a la par del fenómeno grunge de Nirvana en Estados Unidos, con la zona Sur como nuestro propio Seattle.

Por otra parte, hicieron giras junto a otras bandas bajo el título de Nuevo Rock Argentino, y bien podrían incluirse en el “rock sónico” de los años noventa, junto a Los Brujos, Juana La Loca, Tía Newton y Babasónicos, que terminaron llegando a un público masivo desde 2000, mientras EOY sigue haciendo un trabajo de hormiga, sin prisa pero sin pausa.

Crítica de la Argentina

Un camino sólido

Sobreviviente del rock alternativo de los 90, el conjunto festeja hoy en el estadio Obras sus 20 años de carrera autoproducida e independiente.
Hay anécdotas en la carrera de El Otro Yo que ya son legendarias, como la edición de un primer disco sólo en cassette o la grabación de un álbum con la consola instalada en un viejo Dodge Polara en la puerta de su casa.

Hay muchísimas historias acumuladas a lo largo de 20 años, en especial tratándose de una banda que desde un primer momento apostó a la edición de sus discos en forma independiente, un sistema que a la larga resultó más provechoso que buscar apoyo de un sello multinacional, como hicieron otros de su misma época, como Los Brujos.

Según Cristian Aldana, “¡Esa banda era genial! Fueron los primeros en llamar la atención de las compañías y encabezaron la renovación del rock de los años noventa.

Cuando vimos que sacaron un disco, nos dio la idea de hacer lo mismo, pero tuvimos que sacarlo a solas. Hoy sospecho que elegimos el camino más sólido, porque pudimos ir manejando nuestra carrera, mientras que ellos y otros grupos tuvieron todo tipo de problemas con contratos y compromisos”.

Con más de diez álbumes editados, El Otro Yo se convirtió en un referente ineludible de la escena del rock local de los últimos tiempos. Desde temas entrañables y poderosos como Traka-traka, La tetona y Duraznos (“Hoy es un día especial, hay duraznos en almíbar, hay flores en tu puerta, hay alegría en tu cara”) hasta hits más recientes como Licuadora mutiladora y Alma gemela, siguen ganando popularidad, sin parar nunca de hacer giras por todo el país.

Esta noche, para celebrar el aniversario, tocarán en el estadio Pepsi Music. No es su primera vez en semejante marco emblemático, ya que lo conocieron en 2000 para grabar un DVD y luego volvieron en varias oportunidades. “Recuerdo que fue muy emocionante y que habíamos llegado con muchos nervios –dice Cristian– porque era el lugar donde vimos un montón de bandas que nos encantaban, como los Ramones, Iggy Pop y Siouxsie.

Ahora estamos más tranquilos, preparando la puesta en escena y ensayando mucho junto a Diego Vainer y Gabriel Guerrieri porque es realmente un placer. Si bien venimos de una influencia punk bastante sucia, estamos encontrando un sonido nuevo sin perder esa cualidad.”

Tendrán como bandas soporte a Charlie 3, Shaila y El mató a un policía motorizado. ¿Los invitarán luego a compartir algún tema? “¡No lo había pensado, qué buena idea!”, exclama.

Mirando el camino recorrido, el guitarrista y cantante cree que han sabido llevar muy bien sus 20 años. No se siente cansado, se siente orgulloso, se ve joven y el resto de la banda también.

Según María Fernanda Aldana, “Para mí esto es como empezar”, y su hermano amplía la idea: “Lo único que espero es seguir siempre escuchando cosas nuevas con entusiasmo y pasión. No me gustaría caer en esa actitud de creer que lo mejor está en el pasado. Me gusta mucho, por ejemplo, la manera en que David Bowie llevó su carrera. Y los Rolling Stones son un ejemplo de grupo que sigue adelante. Creo que tiene que ver con una necesidad natural de juntarse con los amigos y salir a tocar. Por suerte no es como los futbolistas, que llegan a cierta edad y ya no rinden lo mismo. En la música está bueno que el sonido se añeje, aunque uno ya no pueda saltar más”.

¿Cómo era el panorama para salir con una banda en 1988? “Había mucha inocencia y todo pasaba por juntarse y hacer música. ¡La mayor preocupación era salir a buscar una fecha para tocar! Después todo se hizo mas serio, cuando vinimos a Capital. Algo que tiene El Otro Yo es que nos han visto crecer a través de nuestros discos. Crecimos en público, con todas las contradicciones y diferentes visiones e influencias para hacer la canciones. Igualmente, hay una parte de mi corazón que no va a poder hacer otra cosa. Los temas fuertes brotan naturalmente y no pasa por una cuestión de edad.”

Hormigas rock

El Otro Yo es parte fundamental de una corriente del rock argentino que tuvo varias denominaciones. Por un lado, surgieron como un claro exponente del rock alternativo, a la par del fenómeno grunge de Nirvana en Estados Unidos, con la zona Sur como nuestro propio Seattle.

Por otra parte, hicieron giras junto a otras bandas bajo el título de Nuevo Rock Argentino, y bien podrían incluirse en el “rock sónico” de los años noventa, junto a Los Brujos, Juana La Loca, Tía Newton y Babasónicos, que terminaron llegando a un público masivo desde 2000, mientras EOY sigue haciendo un trabajo de hormiga, sin prisa pero sin pausa.

Crítica de la Argentina

El Otro Yo o 20 años del Día de su Independencia

Amados y odiados. Adorados y aplaudidos, escupidos y silbados. No se es indiferente ante El Otro Yo y su propuesta enérgetica que siempre huele a espíritu adolescente. Pero pasaron dos décadas, los chicos crecen - en todo sentido - y esta noche deconstruirán su obra en Obras. Abren "El Mató a un Policía Motorizado", la enorme banda revelación del indie nacional, Shaila y Charlie 3.

El Otro Yo nació a fines de la década del 80’ en la ciudad de Temperley, en el sur del Gran Buenos Aires. El grupo fue fundado por los hermanos Cristian (voz y guitarra) y María Fernanda Aldana cuando eran apenas adolescentes. Quince años más tarde la banda cuenta con una discografía de siete discos de estudio (incluido un disco triple, Esencia), otro grabado en vivo y un compilado, todos editados en forma independiente por medio de Besótico Records, su propio sello autogestionado.

El grupo se caracteriza por la energía que despliega sobre el escenario, donde fusionan melodías incandescentes, guitarras distorsionadas, potentes baterías y esa mezcla de furia y dulzura con la que tanto se identifica su público.

Desde el puntapie con Traka Traka de 1994 pasaron TrakaTraka (1994), Mundo (1995) Los Hijos de Alien (1996), Esencia (1997), Compilado de Esencia (1998),Abrecaminos (1999),Contagiándose la energía del otro (2000),Colmena (2002),Espejismos (2004) Pirata (2005),Contagiándose la energía del otro – Obras 2001 – DVD (2006) y Fuera del Tiempo (2007).

Consultado Cristian Aldana, el líder, acerca de si estas dos décadas le pasaron rápido respondió: "Depende de como lo mires. Hubo momentos que se pasaron rápido y otros lento. He disfrutado de muchas cosas y la verdad es que no me arrepiento de nada y estoy muy, muy agradecido. Ese es el sentimiento y por eso estoy bien. "

De Traka Traka a Fuera de Tiempo. De 20 años a este Obras. Desde las 19 de este sábado no te quedes afuera de una fiesta con espíritu adolescente aunque el tiempo pase y nos vayamos poniendo viejos.

26 Noticias

El Otro Yo o 20 años del Día de su Independencia

Amados y odiados. Adorados y aplaudidos, escupidos y silbados. No se es indiferente ante El Otro Yo y su propuesta enérgetica que siempre huele a espíritu adolescente. Pero pasaron dos décadas, los chicos crecen - en todo sentido - y esta noche deconstruirán su obra en Obras. Abren "El Mató a un Policía Motorizado", la enorme banda revelación del indie nacional, Shaila y Charlie 3.

El Otro Yo nació a fines de la década del 80’ en la ciudad de Temperley, en el sur del Gran Buenos Aires. El grupo fue fundado por los hermanos Cristian (voz y guitarra) y María Fernanda Aldana cuando eran apenas adolescentes. Quince años más tarde la banda cuenta con una discografía de siete discos de estudio (incluido un disco triple, Esencia), otro grabado en vivo y un compilado, todos editados en forma independiente por medio de Besótico Records, su propio sello autogestionado.

El grupo se caracteriza por la energía que despliega sobre el escenario, donde fusionan melodías incandescentes, guitarras distorsionadas, potentes baterías y esa mezcla de furia y dulzura con la que tanto se identifica su público.

Desde el puntapie con Traka Traka de 1994 pasaron TrakaTraka (1994), Mundo (1995) Los Hijos de Alien (1996), Esencia (1997), Compilado de Esencia (1998),Abrecaminos (1999),Contagiándose la energía del otro (2000),Colmena (2002),Espejismos (2004) Pirata (2005),Contagiándose la energía del otro – Obras 2001 – DVD (2006) y Fuera del Tiempo (2007).

Consultado Cristian Aldana, el líder, acerca de si estas dos décadas le pasaron rápido respondió: "Depende de como lo mires. Hubo momentos que se pasaron rápido y otros lento. He disfrutado de muchas cosas y la verdad es que no me arrepiento de nada y estoy muy, muy agradecido. Ese es el sentimiento y por eso estoy bien. "

De Traka Traka a Fuera de Tiempo. De 20 años a este Obras. Desde las 19 de este sábado no te quedes afuera de una fiesta con espíritu adolescente aunque el tiempo pase y nos vayamos poniendo viejos.

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viernes, 13 de junio de 2008

"Hay que jugarse por los sueños"

EL OTRO YO: "Hay que jugarse por los sueños"

20 años de historia y de independencia festeja El Otro Yo, el sábado 14 de junio en Obras. 10música habló con Cristian Aldana sobre la trayectoria del trío.


Según asevera el genial novelista Martin Amis, es necesario que los nombres sirvan para algo, que generen algo. Y nunca una idea tirada al viento fue tan precisa en la tarea de definir a un proyecto como El Otro Yo. Porque, si en las intrincadas aulas de la psicología se debate la personalidad humana de forma bipolar y ambivalente, en el corazón del grupo de Temperley laten desde el nihilismo y la furia hasta lo espiritual y zen.

Como la reencarnación rockera de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la trayectoria de El Otro Yo conforma una alegoría de lo que debería ser el arte: incómodo y placentero, destructivo y constructivo, realidad y fantasía. Todos conceptos que los hermanos Aldana y cía. manipulan desde la génesis misma de su propuesta musical, hace ya dos décadas. Así como para el tango veinte años no es nada, en el rock parece una eternidad. Y esa es la fracción de tiempo que consumieron para, desde la independencia absoluta, erigirse como paladines de un rock argentino que caminó siempre en los bordes de la industria y hoy acapara el centro de la atención.

Entonces, atrás quedaron los debates que circulaban alrededor de palabras incómodas como “Transar” o “Venderse”. En un mundo donde todo parece ser parte de lo mismo, El Otro Yo demostró que se pueden hacer discos y distribuirlos por multinacionales o lanzar una línea de zapatillas sin que ello contamine la esencia. Con el síndrome de Peter Pan siempre a flor de piel, Cristian Aldana apoya la moción y, en charla íntima con 10Música, se presta para hacer un balance del grupo que regentea y el cual, citando sus propias palabras, le salvó la vida.

Cuando mirás para atrás, ¿sos de ponerte a analizar los errores y aciertos que tuviste en estos 20 años de carrera?

No, la verdad que no. Tanto yo, como mi hermana y los demás chicos de la banda, nos sentimos muy agradecidos de todo porque hemos logrado existir. Y lo logramos gracias a nuestro esfuerzo y a la perseverancia que tuvimos en creer en un proyecto de verdad. También, en primera instancia, eso nos llevó a ser autogestionados porque no había nadie interesado en un grupo como el nuestro. Todo eso marcó una decisión política a la hora de como manejar la libertad artística. Eso nos llevó a hacer un disco en un auto o grabar en casa con dos Deck o editar un disco triple. Siempre tomamos la decisión que se nos cantara. En las primeras épocas, cuando me preguntaban sobre el grupo, yo les decía que quería que El Otro Yo sea una revolución.

¿Alguna vez imaginaste que, desde un lugar tan pequeño, iban a lograr tantas cosas?

¡No! Nosotros pensábamos en el futuro inmediato y en no perder plata en los shows que hacíamos (risas) Queríamos hacer discos y recuperar lo que invertimos para poder hacer otro más. Nunca imaginamos a largo plazo. Desde el lugar donde venimos, en la escuela no te enseñan que el mundo está hecho para vos. Lo bueno es que hemos podido destruir esa barrera cultural, y esa mierda que nos habían metido en la cabeza de que “vos naciste acá y cagaste”. ¡Eso no existe! El mundo está ahí, sólo hay que ir y tomarlo. Todo lo que vos quieras, lo podes lograr. Sólo hay que ir y jugarse por lo que uno sueña.

¿Vivís como una victoria que hoy la escena independiente sea una entidad establecida y fuerte en el mercado musical?

Es que no puedo ponerme en ese lugar… es poco sano para mi. No puedo pensar en cosas como: “¡Que visionario fui!”. Porque, además, creo que falta mucho camino por recorrer y que lo mejor todavía no llegó. Falta mucho trabajo por hacer y no puedo colgarme una estrellita. Tampoco creo en eso de cerrarse a la idea de la independencia como un estilo de vida. Me parece que los artistas deben fluir e ir hacia el lugar que sientan.

Entonces, en tu diccionario íntimo, “Transar” sería contaminar la música y no el lugar desde donde se la ofrezca…

¡Exacto! Yo estoy orgulloso de la propuesta musical que tengo. Para mi, “Transar” sería modificar lo que siento para meter un poquito de cumbia, y otro poco de lo que está sonando con el asado, el fútbol y el vino, que es lo que la gente quiere. Prefiero poner otra cosa que me haga bien espiritualmente, y que ese placer me haga evolucionar humanamente. Obviamente que esto es un negocio pero, si tenés un compromiso artístico, hay que defenderlo e ir por ese lugar. En definitiva, mi idea es darle algo honesto a la gente. Puede ser una mierda, pero es honesto, es auténtico, es de verdad. Creo que es por eso el grupo sigue vivo y hay mucha gente que nos sigue.

¿Cómo reaccionas cuando critican a El Otro Yo por ser un grupo inmaduro y eternamente adolescente?

Me cago de la risa… La música es el idioma universal, no tiene que ver con una cuestión de edades. Los que dicen eso es porque están aburguesados y quieren ir a ver a un grupo que les diga otra cosa que tiene que ver con que están dentro del sistema. Yo sigo pensando que el mundo se puede cambiar y que todavía puede haber una revolución: la del corazón. Cuando digo esto, dicen: “Ayyy, este pibe es re adolescente”… ¡Boludo! Desde cualquier lugar, todos los días podemos cambiar algo. Con pequeños gestos, todos los días podemos cambiar el mundo. Si para alguien eso tiene que ver con la adolescencia y con ser joven, le contesto que me chupe un huevo, que yo quiero ser joven de alma toda la vida. De hecho, para mi, eso ni siquiera es una crítica. Me parece un halago.

Todo lo que decís, posiblemente sin quererlo, está condensado en Fuera De Tiempo, el título del último disco…

La propuesta fue sobre todo de María, con una idea que tiene que ver con el calendario Maya, en donde se considera al 26 de julio como un día fuera de tiempo. Después, razonando el nombre, me encantó porque significaba la idea de que el tiempo en realidad no existe, y que uno es más feliz si apunta a que su vida pase todo el tiempo fuera de tiempo. El hecho de disfrutar algo intensamente, sin importarte ni preocuparte por la hora.

Hablando del tiempo, ¿se te pasaron rápido estas dos décadas?

Depende de como lo mires. Hubo momentos que se pasaron rápido y otros lento. He disfrutado de muchas cosas y la verdad es que no me arrepiento de nada y estoy muy, muy agradecido. Ese es el sentimiento y por eso estoy bien.

En momentos límites, los interpretes de cualquier género siempre llegan a la conclusión de que la música salva vidas, una definición que es casi un clishé. ¿La música te salvó la vida a vos?

Si Mundo hubiera sido el primer y último disco de El Otro Yo, me hubiese costado mucho encontrar el camino para poder evolucionar… Tal vez, no estaría vivo. Todo músico te va a decir que la música le salvó la vida y, en mi caso, es tal cual: La música me salvó la vida. Es así, pero de verdad. Vos sabés que yo no miento.

Gustavo Bove

"Hay que jugarse por los sueños"

EL OTRO YO: "Hay que jugarse por los sueños"

20 años de historia y de independencia festeja El Otro Yo, el sábado 14 de junio en Obras. 10música habló con Cristian Aldana sobre la trayectoria del trío.


Según asevera el genial novelista Martin Amis, es necesario que los nombres sirvan para algo, que generen algo. Y nunca una idea tirada al viento fue tan precisa en la tarea de definir a un proyecto como El Otro Yo. Porque, si en las intrincadas aulas de la psicología se debate la personalidad humana de forma bipolar y ambivalente, en el corazón del grupo de Temperley laten desde el nihilismo y la furia hasta lo espiritual y zen.

Como la reencarnación rockera de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, la trayectoria de El Otro Yo conforma una alegoría de lo que debería ser el arte: incómodo y placentero, destructivo y constructivo, realidad y fantasía. Todos conceptos que los hermanos Aldana y cía. manipulan desde la génesis misma de su propuesta musical, hace ya dos décadas. Así como para el tango veinte años no es nada, en el rock parece una eternidad. Y esa es la fracción de tiempo que consumieron para, desde la independencia absoluta, erigirse como paladines de un rock argentino que caminó siempre en los bordes de la industria y hoy acapara el centro de la atención.

Entonces, atrás quedaron los debates que circulaban alrededor de palabras incómodas como “Transar” o “Venderse”. En un mundo donde todo parece ser parte de lo mismo, El Otro Yo demostró que se pueden hacer discos y distribuirlos por multinacionales o lanzar una línea de zapatillas sin que ello contamine la esencia. Con el síndrome de Peter Pan siempre a flor de piel, Cristian Aldana apoya la moción y, en charla íntima con 10Música, se presta para hacer un balance del grupo que regentea y el cual, citando sus propias palabras, le salvó la vida.

Cuando mirás para atrás, ¿sos de ponerte a analizar los errores y aciertos que tuviste en estos 20 años de carrera?

No, la verdad que no. Tanto yo, como mi hermana y los demás chicos de la banda, nos sentimos muy agradecidos de todo porque hemos logrado existir. Y lo logramos gracias a nuestro esfuerzo y a la perseverancia que tuvimos en creer en un proyecto de verdad. También, en primera instancia, eso nos llevó a ser autogestionados porque no había nadie interesado en un grupo como el nuestro. Todo eso marcó una decisión política a la hora de como manejar la libertad artística. Eso nos llevó a hacer un disco en un auto o grabar en casa con dos Deck o editar un disco triple. Siempre tomamos la decisión que se nos cantara. En las primeras épocas, cuando me preguntaban sobre el grupo, yo les decía que quería que El Otro Yo sea una revolución.

¿Alguna vez imaginaste que, desde un lugar tan pequeño, iban a lograr tantas cosas?

¡No! Nosotros pensábamos en el futuro inmediato y en no perder plata en los shows que hacíamos (risas) Queríamos hacer discos y recuperar lo que invertimos para poder hacer otro más. Nunca imaginamos a largo plazo. Desde el lugar donde venimos, en la escuela no te enseñan que el mundo está hecho para vos. Lo bueno es que hemos podido destruir esa barrera cultural, y esa mierda que nos habían metido en la cabeza de que “vos naciste acá y cagaste”. ¡Eso no existe! El mundo está ahí, sólo hay que ir y tomarlo. Todo lo que vos quieras, lo podes lograr. Sólo hay que ir y jugarse por lo que uno sueña.

¿Vivís como una victoria que hoy la escena independiente sea una entidad establecida y fuerte en el mercado musical?

Es que no puedo ponerme en ese lugar… es poco sano para mi. No puedo pensar en cosas como: “¡Que visionario fui!”. Porque, además, creo que falta mucho camino por recorrer y que lo mejor todavía no llegó. Falta mucho trabajo por hacer y no puedo colgarme una estrellita. Tampoco creo en eso de cerrarse a la idea de la independencia como un estilo de vida. Me parece que los artistas deben fluir e ir hacia el lugar que sientan.

Entonces, en tu diccionario íntimo, “Transar” sería contaminar la música y no el lugar desde donde se la ofrezca…

¡Exacto! Yo estoy orgulloso de la propuesta musical que tengo. Para mi, “Transar” sería modificar lo que siento para meter un poquito de cumbia, y otro poco de lo que está sonando con el asado, el fútbol y el vino, que es lo que la gente quiere. Prefiero poner otra cosa que me haga bien espiritualmente, y que ese placer me haga evolucionar humanamente. Obviamente que esto es un negocio pero, si tenés un compromiso artístico, hay que defenderlo e ir por ese lugar. En definitiva, mi idea es darle algo honesto a la gente. Puede ser una mierda, pero es honesto, es auténtico, es de verdad. Creo que es por eso el grupo sigue vivo y hay mucha gente que nos sigue.

¿Cómo reaccionas cuando critican a El Otro Yo por ser un grupo inmaduro y eternamente adolescente?

Me cago de la risa… La música es el idioma universal, no tiene que ver con una cuestión de edades. Los que dicen eso es porque están aburguesados y quieren ir a ver a un grupo que les diga otra cosa que tiene que ver con que están dentro del sistema. Yo sigo pensando que el mundo se puede cambiar y que todavía puede haber una revolución: la del corazón. Cuando digo esto, dicen: “Ayyy, este pibe es re adolescente”… ¡Boludo! Desde cualquier lugar, todos los días podemos cambiar algo. Con pequeños gestos, todos los días podemos cambiar el mundo. Si para alguien eso tiene que ver con la adolescencia y con ser joven, le contesto que me chupe un huevo, que yo quiero ser joven de alma toda la vida. De hecho, para mi, eso ni siquiera es una crítica. Me parece un halago.

Todo lo que decís, posiblemente sin quererlo, está condensado en Fuera De Tiempo, el título del último disco…

La propuesta fue sobre todo de María, con una idea que tiene que ver con el calendario Maya, en donde se considera al 26 de julio como un día fuera de tiempo. Después, razonando el nombre, me encantó porque significaba la idea de que el tiempo en realidad no existe, y que uno es más feliz si apunta a que su vida pase todo el tiempo fuera de tiempo. El hecho de disfrutar algo intensamente, sin importarte ni preocuparte por la hora.

Hablando del tiempo, ¿se te pasaron rápido estas dos décadas?

Depende de como lo mires. Hubo momentos que se pasaron rápido y otros lento. He disfrutado de muchas cosas y la verdad es que no me arrepiento de nada y estoy muy, muy agradecido. Ese es el sentimiento y por eso estoy bien.

En momentos límites, los interpretes de cualquier género siempre llegan a la conclusión de que la música salva vidas, una definición que es casi un clishé. ¿La música te salvó la vida a vos?

Si Mundo hubiera sido el primer y último disco de El Otro Yo, me hubiese costado mucho encontrar el camino para poder evolucionar… Tal vez, no estaría vivo. Todo músico te va a decir que la música le salvó la vida y, en mi caso, es tal cual: La música me salvó la vida. Es así, pero de verdad. Vos sabés que yo no miento.

Gustavo Bove

Los otroyoianos quieren a Attaque 77 como invitados

Los otroyoianos votaron a lo largo de más de 6 meses por los invitados que les gustaría ver en el show de los 20 años de EOY. Más allá de la presencia de los ex-integrantes, se eligió a Attaque 77 como banda invitada (recordemos EOY en los festejos de los 15 años de A77aque). Cadena Perpetua (compañeros de giras y shows) salió segundo y Luis Alberto Spinetta (confeso fan) tercero. Un poco más atrás quedaron Babasónicos (no será posible: están en México), She Devils, Expulsados, Loquero, Pil de Los Violadores, Catupecu Machu (tocan en el Teatro Ópera) y Bulldog.

Resultados finales:
Todos los EX-EOY 205 votes
Attaque 77 161 votes
Cadena Perpetua 86 votes
Luis Alberto Spinetta 67 votes
Babasonicos 66 votes
She Devils 64 votes
Expulsados 62 votes
Loquero 56 votes
Pil Trafa (Violadores) 52 votes
Catupecu Machu 51 votes
Bulldog 49 votes

Los otroyoianos quieren a Attaque 77 como invitados

Los otroyoianos votaron a lo largo de más de 6 meses por los invitados que les gustaría ver en el show de los 20 años de EOY. Más allá de la presencia de los ex-integrantes, se eligió a Attaque 77 como banda invitada (recordemos EOY en los festejos de los 15 años de A77aque). Cadena Perpetua (compañeros de giras y shows) salió segundo y Luis Alberto Spinetta (confeso fan) tercero. Un poco más atrás quedaron Babasónicos (no será posible: están en México), She Devils, Expulsados, Loquero, Pil de Los Violadores, Catupecu Machu (tocan en el Teatro Ópera) y Bulldog.

Resultados finales:
Todos los EX-EOY 205 votes
Attaque 77 161 votes
Cadena Perpetua 86 votes
Luis Alberto Spinetta 67 votes
Babasonicos 66 votes
She Devils 64 votes
Expulsados 62 votes
Loquero 56 votes
Pil Trafa (Violadores) 52 votes
Catupecu Machu 51 votes
Bulldog 49 votes

10 de punk nacional

4. “LA OLA” - EL OTRO YO
Su esencia no es estrictamente punk pero sin duda su actitud lo es. Batallando desde años desde el indie, el grupo de los hermanos Aldana combinó la aceleración punk con distorsión rockera y se convirtió en una de las bandas alternativas más respetadas del país.

10Música

10 de punk nacional

4. “LA OLA” - EL OTRO YO
Su esencia no es estrictamente punk pero sin duda su actitud lo es. Batallando desde años desde el indie, el grupo de los hermanos Aldana combinó la aceleración punk con distorsión rockera y se convirtió en una de las bandas alternativas más respetadas del país.

10Música

El Otro Yo celebra 20 años de rock rebelde

Presentará su álbum más reciente, Fuera del tiempo

Cristian y Ray Fajardo suelen decir que El Otro Yo es una banda que nunca debió haber existido. Desde Temperley, desde un barrio apartado llamado El Triángulo al que es difícil acceder para cualquier mortal que no viva allí, los hermanos Cristian y María Fernanda Aldana fundaron el grupo hace veinte años.

Sueño imposible para cualquier mortal de clase media-baja, trabajadora y sufrida, los hermanos fueron imponiendo su voluntad a fuego lento. Un día Cristian dejó los estudios y se puso a trabajar para comprar su guitarra y así superar uno de los primeros escollos que se le presentaron a la banda: el económico. El otro, el de recibir la aceptación de la industria discográfica, lo sortearían con la creación de un sello y una productora propios, Besótico Records. "Al principio llevaba los cassettes en una mochila -recuerda Cristian- y hasta llegué a vender uno en el colectivo. Iba con el material de la banda a todos lados."

Darkies, punks, alternativos, rebeldes, indies... Con el tiempo recibirían una serie de influencias y de apelativos que no resistirían más allá del momento. Lo único que se sostuvo fue su sonido, mezcla de distorsión con melodías dulces, de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde luchando incesantemente por la supremacía.

Fuera del tiempo , su álbum más reciente, marca el inicio de una nueva etapa, ya con Gabriel Guerrisi como guitarrista estable (ex Los Brujos y Juana La Loca) y con el productor y tecladista Diego Vainer como invitado permanente. Así, en quinteto, tocarán mañana con Shaila, Charlie 3 y El Mató a un Policía Motorizado como bandas amigas a cargo de la apertura.

Diario La Nación

El Otro Yo celebra 20 años de rock rebelde

Presentará su álbum más reciente, Fuera del tiempo

Cristian y Ray Fajardo suelen decir que El Otro Yo es una banda que nunca debió haber existido. Desde Temperley, desde un barrio apartado llamado El Triángulo al que es difícil acceder para cualquier mortal que no viva allí, los hermanos Cristian y María Fernanda Aldana fundaron el grupo hace veinte años.

Sueño imposible para cualquier mortal de clase media-baja, trabajadora y sufrida, los hermanos fueron imponiendo su voluntad a fuego lento. Un día Cristian dejó los estudios y se puso a trabajar para comprar su guitarra y así superar uno de los primeros escollos que se le presentaron a la banda: el económico. El otro, el de recibir la aceptación de la industria discográfica, lo sortearían con la creación de un sello y una productora propios, Besótico Records. "Al principio llevaba los cassettes en una mochila -recuerda Cristian- y hasta llegué a vender uno en el colectivo. Iba con el material de la banda a todos lados."

Darkies, punks, alternativos, rebeldes, indies... Con el tiempo recibirían una serie de influencias y de apelativos que no resistirían más allá del momento. Lo único que se sostuvo fue su sonido, mezcla de distorsión con melodías dulces, de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde luchando incesantemente por la supremacía.

Fuera del tiempo , su álbum más reciente, marca el inicio de una nueva etapa, ya con Gabriel Guerrisi como guitarrista estable (ex Los Brujos y Juana La Loca) y con el productor y tecladista Diego Vainer como invitado permanente. Así, en quinteto, tocarán mañana con Shaila, Charlie 3 y El Mató a un Policía Motorizado como bandas amigas a cargo de la apertura.

Diario La Nación

Cristian en Arroz Radio

El martes 10 de junio, Cristian Aldana mantuvo una comunicación telefónica con el programa "Arroz Radio Rock" de la radio digital Ar Radio.

Para descargar la entrevista, hacé click acá.

Cristian en Arroz Radio

El martes 10 de junio, Cristian Aldana mantuvo una comunicación telefónica con el programa "Arroz Radio Rock" de la radio digital Ar Radio.

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